En esta historia... ¡el cronómetro corre más que tú!
¿Quién dijo que madrugar fuese sano? Yo, desde luego, no. Salgo a correr por Ratonia y… ¡PUM!: la ciudad entera está empapelada con la sonrisa de Míster Optikus, un ratón del que no me fío ni un bigote.
Para colmo, por echarle una pata a un amigo acabo atrapado en su escape room: un laberinto de espejos tramposos, trampillas...